Tener metas no basta, lo que haces hoy importa, describe la necesidad de tomar acciones frente a objetivos y metas, ya sea de manera personal o en las organizaciones. Como decía Peter Druker:
“Los planes son solo buenas intenciones, a menos que degeneren inmediatamente en trabajo duro.” — Peter Drucker
En todas las organizaciones —sin importar su tamaño, rubro o nivel de madurez— se declara lo que se quiere lograr: aumentar ventas, mejorar calidad, innovar productos, lograr certificaciones, mejorar la cultura interna, etc. Estos deseos se expresan a través de objetivos y metas, ya sea estratégicos, tácticos u operativos.
Sin embargo, tener objetivos no equivale a lograr resultados. Muchos planes estratégicos quedan atrapados en presentaciones de PowerPoint o manuales de gestión que nadie consulta. ¿Por qué? Porque no hay un puente claro entre la intención y la acción.
De la intención al impacto
Tener claridad en los objetivos y metas es un paso necesario, pero no suficiente. Si el foco permanece únicamente en los resultados, sin traducirse en acciones concretas, el esfuerzo será estéril.
Imagina un partido de fútbol en el que los jugadores solo observan el marcador, esperando que aumenten los goles… sin moverse, sin correr, sin jugar. Ridículo, ¿verdad? Pues eso mismo ocurre en muchas organizaciones: se obsesionan con el “score” de los indicadores, pero olvidan accionar en la cancha del día a día.
“No es suficiente tener objetivos y metas, debemos actuar para lograrlos.”
El verdadero compromiso se mide en acciones
En el despliegue de objetivos, se acostumbra pedir a los ejecutivos que “se comprometan” con los resultados. Pero ese compromiso no se mide por lo que se declara, sino por lo que se hace.
Toda meta necesita decisiones concretas, asignación de recursos, diseño de procesos, establecimiento de sistemas de seguimiento. Lo que cuenta es lo que se hace hoy para construir el resultado de mañana.
Como afirmaba Peter Drucker, padre del management moderno, hay tres ideas clave:
- “Los planes son solo buenas intenciones, a menos que degeneren inmediatamente en trabajo duro.”
- “La mejor manera de predecir el futuro es creándolo.”
- “La planificación a largo plazo no se ocupa de las decisiones futuras, sino del futuro de las decisiones presentes.”
¿Qué nos dicen estas ideas?
- Que sin acción, los objetivos son solo palabras.
- Que el futuro deseado se construye con decisiones presentes.
- Que el trabajo duro y disciplinado es lo que convierte una intención en un logro.
El engaño del futuro imaginario
Muchas veces postergamos la acción con frases como “cuando tenga más tiempo”, “cuando mejore la situación”, o “cuando el equipo esté más alineado”. Pero el futuro que esperamos nunca llegará si no lo construimos desde ahora.
Si alguien quiere mejorar su estado físico, no lo logrará solo con proponérselo o inscribirse en un gimnasio. Necesita constancia diaria: alimentación, ejercicio, descanso. Lo mismo ocurre en una empresa que quiere “mejorar su cultura de inocuidad”: no basta con declararlo en la política de calidad. Se necesitan acciones estructuradas.
El dilema de la gratificación diferida
Otro motivo por el cual no actuamos con constancia es que no vemos resultados inmediatos. Esto puede desanimarnos. Las acciones de hoy no se reflejan de inmediato, y eso exige una mentalidad paciente y sistemática.
Pero abandonar porque “no se nota” es como dejar de regar una planta porque aún no florece. Toda transformación —personal o organizacional— requiere tiempo, perseverancia y confianza en el proceso.
¿Cómo llevar las metas a la acción concreta?
Las decisiones que se tomen hoy deben abarcar:
- Recursos humanos y financieros: asegurando disponibilidad y asignación clara.
- Competencias y conocimientos: formar y empoderar al equipo.
- Sistema de medición y seguimiento diario: para no perder el rumbo.
- Procesos críticos alineados al objetivo: identificarlos y fortalecerlos.
- Elementos estructurales de soporte: políticas, liderazgo, cultura, herramientas.
“Olvídate de la meta y céntrate en el sistema.” — James Clear, autor de Hábitos Atómicos
Las metas necesitan un sistema de soporte. Un objetivo sin sistema es solo una esperanza. Un sistema sin dirección puede ser eficiente pero irrelevante. La clave está en alinear metas, sistemas y acciones.
Caso aplicado: la industria alimentaria
Si una empresa alimentaria declara como objetivo producir alimentos inocuos, debe respaldar esa intención con un sistema de gestión robusto: análisis de peligros, controles preventivos, programas de verificación, capacitación continua, auditorías internas, cultura de inocuidad.
La inocuidad no se improvisa, se diseña, se ejecuta y se mejora. Es el ejemplo perfecto de cómo una meta declarada debe sustentarse en una red de decisiones presentes que impactan el futuro.
Conclusión: accionar hoy, liderar el mañana
Tener metas es importante, pero solo el trabajo presente transforma la intención en realidad. Declarar que queremos algo no cambia nada. Actuar cada día con dirección, disciplina y enfoque, lo cambia todo.
“Las decisiones del presente crean el futuro. Si no actúas hoy, el mañana que deseas no llegará.”
La invitación es clara: no esperes más. Cierra el PowerPoint de los objetivos, levántate y empieza a accionar. Que cada decisión de hoy te acerque al resultado que deseas alcanzar.
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Redactado por: Alberto Ibañez Neri
Director de Ibro Food Safety (Inoclean, Ibro Food Safety, Ibro Academy)
ATP BRCGS (Food, Packaging Materials and Gluten Free, BRCGS Start), Entrenador Aprobado por IFS. Consultor y Auditor en gestión alimentaria.
Docente en la Universidad de Santiago de Chile.
Entrenador para el reglamento de controles preventivos y de Inocuidad de Productos Agrícolas Frescos-Ley FSMA
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- Autor del libro: Cambia el comportamiento cambia la cultura
